jueves, 17 de julio de 2014

Puta vida... puto dinero... puta crisis (I)

La vida es muy puta... el dinero lo es más... y la crisis puta y cabrona.

Quizás porque crecí en un ambiente en el que... "tanto tienes... tanto vales"... o donde importaba más el aparentar tener aunque no tuvieras para comprar una barra de pan... el dinero siempre me ha importado lo justo...

O quizás porque... de tanto carecer de él... una termina por acostumbrarse a no darle más valor... que el estrictamente necesario.

El caso es que... esta puta vida... y el puto dinero... al final... termina robándote el sueño... y total... ¿para qué?... te preguntas sin encontrar respuesta.

Yo quería estudiar... me gustaba estudiar... y creía que sólo tenía que decidir cual de las dos carreras que me importaban... iba a elegir.

Con 14 años y mi flamante graduado escolar... (la única en la familia que hasta el momento se lo había sacado)... me creía la reina del mambo... ¡ingenua!!!.

Mi madre me hizo sentar en la silla del rincón... y en dos minutos me explicó los "sacrificios" que "todos" tendrían que hacer... si quería seguir estudiando.

Ni una palabra de aliento a que lo hiciera... ni siquiera que el bachiller era gratuito... solo habló de los "sacrificios de todos".

Por un segundo... pensé en la cantidad de bocadillos de pan con azúcar... que había merendado... y los que les tocaría merendar a mis hermanas más pequeñas... si decidía estudiar.

Pensé en los tres años que llevaba... haciéndome cargo de una casa de cinco personas fijas... seis cuando estaba mi abuela... siete o nueve cuando venían mis hermanas mayores con sus respectivos... y en lo duro que había resultado sacarme el graduado... y en lo que les tocaría a mis hermanas pequeñas...

No podía contar con estudiar con beca... y no por las notas... sino porque mi padre se negaba reiteradamente a rellenarla alegando que era muy complicado hacerlo... y que te la concedieran.

Juassss... con los años te das cuenta que... aquello no era más que otra burda mentira... ¿cómo no nos la iban a conceder... si éramos familia numerosa?... y no como las de ahora... que empiezan con tres hijos... sino de las de antes... de las de ocho hijos.

La cruda realidad es... que no podía pedir beca... porque trabajaban en negro.

Se me hizo un nudo en la garganta... y se me cuajaron los ojos de lágrimas... pero conseguí musitar un... "no quiero seguir estudiando"... y ahí quedó todo.

Bueno... no realmente... porque a las tareas domésticas... se le añadió el trabajo en el taller de punto de confección que tenían.. y aunque conseguí sacarles un curso de secretariado en las monjas... dejé de acudir a él cuando... el segundo mes... ya no había dinero para pagarlo.

Eso me reafirmó... (tristemente)... en que había tomado la decisión adecuada... ¿cómo hubieran podido pagarme una carrera fuera de la ciudad donde vivíamos... si no podían pagar un simple curso de secretariado????.

Quitando los madrugones... a veces indecentes... con jornadas laborales que oscilaban entre las 10 y las 14 horas de lunes a viernes... por una paga semanal de 500 ptas... a mi el trabajo me gustaba... o por lo menos... entre chaquetas y jerseys... haciendo ojales, costuras o dobladillos... (y siempre buscando algo positivo a la puta vida)... me podía sumir en mis pensamientos... en mis sueños... en los "algún día podré...".

Un par de años después... allá por el mes de octubre... la mayor de mis hermanas... (que ya estaba casada y con dos hijos)... no sé con qué artes ni porqué razón... consiguió convencerles/me... para que me bajara con ella a Alicante... y estudiara para azafata en una academia.

No soy capaz de recordar... como encontré mi primer trabajo de secretaria... cobrando 15.000 ptas... y que podía quedarme enteritas para mí... siempre y cuando no dejara de subir a casa los fines de semana... pagara la academia... y me pagara los viajes.

La alegría me duró... hasta que llegaron las vacaciones de Navidad...

Un mediodía... antes de Nochebuena... mi madre me llamó a la cocina... y me contó que los médicos habían dicho que si seguíamos viviendo donde lo hacíamos... mi padre terminaría en una silla de ruedas o sin poder levantarse de la cama... debido a "su" problema de huesos... y estaban pensando coger un restaurante en Benidorm... pero sólo podrían hacerlo si yo dejaba mis estudios... y me iba con ellos... pues sin mí y sin mi hermano no podrían llevarlo adelante.

Nuevo chantaje emocional... y nuevas mentiras.

Si mi padre alguna vez estuvo metido en cama todo el invierno... nunca me enteré... (igual es que se levantaba justo los fines de semana cuando yo subía)... el restaurante ya lo habían cogido... y mi hermano hasta Semana Santa y luego el verano... sólo aparecía por allí cuando no jugaba al fútbol.

Diecisiete años... y dieciséis horas diarias de trabajo... (en temporada baja... que en temporada alta caía alguna más)... por amor al arte... uys no... por amor a la familia... porque al dinero que no cobraba... (no se hacía caja... había muchos gastos... no llegaba para las 2.500 ptas/semana prometidas... o que casi siempre se me adelantaba mi hermano... ya fuera para el carnet de conducir... desplazamientos... o para unos zapatos...)... va a ser que no.

Eso sí... podía quedarme con el bote... y a veces... ¡hasta conseguía reunir algo!!!!.

A pesar de todo... a mí... el trabajo en el restaurante me gustaba... sobre todo cuando ya empezamos a tener bastantes clientes.

Sortear las mesas con platos y bebidas... o recorrerme los 8 metros de barra... una sonrisa aquí... una broma allá... entre "paseos" a la cocina a por más platos.

En definitiva... el contacto con la gente... sacaba de mí una alegría que en mi casa casi... desconocían.

Entre los clientes asiduos... consegui fama de "campanilla"... y empecé mi colección de campanas.

Después de la experiencia... (y de las cajas que se hicieron) en Semana Santa... y conforme se estaba moviendo el verano... y con información que fuí recabando... me dí cuenta de que quizás... con un poco de suerte... cuando acabara la temporada... podría hacer el B.U.P... y volví a ilusionarme en ese aspecto... e incluso llegaron a prestarme algunos libros de los que podría necesitar... pero cuando se lo planteé a mi padre... su respuesta fue firme y rotunda... "No, estoy cansado de pagar estudios para que se dejen a medias".

Cuando menos es curioso... si tenemos en cuenta que... mientras que yo jamás repetí curso... las dos hermanas que me siguen lo hicieron dos veces cada una... por aquellas fechas... sin que llegaran a sacarse el graduado ninguna de las dos... y ademássssss... si yo no había seguido en una ocasión... y los había dejado dos veces... queda explicado más arriba... y aunque intenté decirlo... la respuesta fue interrumpir y un... "he dicho que no y no hay más que hablar".

Cuando terminó el curso en junio... mis hermanas pequeñas... mi hermano y mi abuela... se bajaron definitivamente a Benidorm... y en honor a la verdad... (obviamente quitando a mi abuela)... los tres pringaron también en el restaurante... aunque algunas más que otro... 

El otoño pasó... y parte del invierno también... y entre medias... mi hermana la mayor se separó... y decidieron coger un pequeño hostal con 14 habitaciones... cerca de Altea.

Después de acondicionarlo... y próximo a abrirlo... se presuponía que el negocio lo iba a llevar mi hermana mayor... pero ella dijo que naranjas de la china... que ni se le había consultado... ni lo quería... y que se piraba con sus hijos... en una de las muchas idas y venidas que iba a empezar a hacer a partir de entonces.

Visto lo visto... hubo que reorganizarse... y mientras mis padres se quedaban en el hostal... con visitas más bien cortas al restaurante... éste quedaba en manos de mi hermano y mío... en teoría... porque en la práctica... él se había buscado otro trabajo y... seguía con el futbol... y las dos pequeñas con sus estudios.

Un desencuentro... por decirlo suave... con el cocinero de turno... hizo cambiar los planes... y yo me quedé en el hostal con mi padre... y mi madre se bajó al restaurante.

Para cuando llegó el verano... me pusieron una mujer para que me ayudara con las habitaciones... ¡que ganaba más que yo!... que seguía sin tener algo parecido a medio salario de una limpiadora. 

¡Y también un cocinero!!!

Me levantaba a las 7'30 de la mañana... ponía y servía los desayunos... recogía el comedor... ayudaba con las habitaciones y la colada... ayudaba en la cocina... montaba las mesas... servía las comidas... recogía el comedor... lo volvía a montar para la cena... recogía la cocina... y si tenía suerte y mi padre no se bajaba al restaurante y no venía ningún proveedor... descansaba media hora... atendía la barra... daba las cenas... recogía comedor y cocina... y servía copas hasta... hasta que el último cliente se iba a dormir... y eso a veces no sucedía hasta las 3 de la mañana.

Y aún así... animaba la hora de las copas... y si me tenía que subir encima de una mesa... a bailar rumbas... enseñar a bailar pasodobles... o bailar los pajaritos... lo hacía.

Alegre... con buen humor... siempre con una sonrisa... tanto con los clientes... como con los proveedores.

Tuve siempre mucha suerte con los clientes... tanto en el restaurante... como en el Hostal... me sentía apreciada y valorada por ellos... y a veces... incluso querida.

Un día tras otro... de lunes a domingo... de junio a septiembre... 

Al llegar el invierno... en parte por orgullo... y en parte por cabezonería... mis padres decidieron no renovar el contrato del restaurante... (que en verano daba dinero a espuertas y en invierno no tanto pero suficiente)... y se vinieron todos al Hostal... donde nos podíamos morir de asco viendo las musarañas.

Ni que decir tiene que... con el tiempo... el Hostal se comió todos los beneficios que hubieran del restaurante.

Cuando mi abuela fallece la vispera de San Juan... empiezo a sentir que nada me ata... y que mis días allí están contados.

Antes de terminar ese segundo verano... ya había decidido que... si quería conservar un atisbo de cariño hacia los míos... tenía que irme de casa... a menos que... las cosas cambiaran... un poco.

Reuní en un sobre... las hojas en las que durante meses... había ido recogiendo pensamientos... sentimientos... quejas... anhelos... y lágrimas... y en las que terminaba diciendo lo anterior... que yo solo veía dos salidas... o cambios... o irme de casa.

La única referencia que hacía en la carta... al dinero... iba dirigido a los "beneficios" que tenía mi hermano... (que incluso había podido comprarse un coche)... frente a los que teníamos nosotras.

Y un día se la dí a una de mis hermanas para que se la entregara a mi madre... mientras me iba fuera a pasar la tarde.

Si les hubiera dicho que quería hablar... hubiera sucedido lo de siempre... "ahora no que estoy cansada"... "ahora no tengo tiempo"... o directamente me hubieran interrumpido a las primeras de cambio... y no les hubiera podido decir... ni la mitad de la mitad de la mitad... de lo que había escrito.

Cuando regresé... todo eran caras largas... pero no hubo ni una sola mención a la carta... ni al día siguiente... ni al otro... ni al otro...

De repente... no existía... nadie me llamaba por las mañanas... nadie me decia lo que tenía que hacer... nadie comentaba... nadie preguntaba... hasta que pasó una semana...

Ese día... me encontraba detrás de la barra... preparándome el desayuno... cuando entró mi madre preguntando si había aspirinas... (es alérgica al acidoacetilsalicílico)... le dije que sí... que siempre había en el botiquín...

Aún estaba alucinada por la pregunta de mi madre... cuando entró mi padre dando voces... diciendo que estaba harto de todo... que por fin nos íbamos a sentar a hablar... y que se iba a solucionar todo.

Y allí que nos sentamos... ellos dos... mis dos hermanas pequeñas... (las pobrecillas más bien acojonadas)... y yo... alrededor de una mesa rectangular.

En realidad... prácticamente... la única que habló fue mi madre... para decir que... básicamente... estaba equivocada en todo... y no tenía razón en nada. 

Entre las perlas de aquel día... "a todos los hijos no se les quiere de la misma forma"... (lo sé... lo he visto... y lo he sentido)... "como sois diferentes... a cada uno os hemos dado el cariño de forma diferente... según vuestras necesidades"... (¡conmigo lo bordaron!!!)... "cuando seas madre entenderás muchas cosas"... (después de 22 años siendo madre... he dejado de entender lo poco que entendía).

El caso es... que apenas tuve opción de réplica... y para finalizar... mi padre me preguntó si ya había tomado una decisión o tenía que pensarla... y cuánto tiempo necesitaba para hacerlo.

Obviamente... como todo eran fantasías animadas de ayer y hoy... digo... mías... no creyeron oportuno ver opciones de cambios... ni soluciones a nada... y me dieron una semana de plazo... "para pensar lo que quería hacer".

Y la "reunión" se levantó... sin una palabra de cariño... sin un propósito de solucionar nada... sin un abrazo... sin una caricia... sin una palabra de consuelo...

Cuando pasó la semana... no hablamos.

Supongo que... ellos entendieron que... puesto que yo era la que tenía el problema... yo tenía que comunicarles mi decisión.

Yo entendía que... ellos habían dado el plazo... ellos tenía que reclamar la respuesta... y si no lo hacían... era porque no les interesaba.

Para mí... todo estaba dicho... aunque no se hubiera dicho nada... y al cabo de un par de meses... una madrugada... cogí una maleta con las pocas cosas que tenía... y me fuí...

CONTINUARÁ...


2 comentarios:

  1. Te comprendo, y admiro tu valentía para irte....aunque fuera duro.

    Y del chantaje emocional, ni hablamos.

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    1. Creo que... más que valentía... en aquellos momentos para mí era una cuestión de... supervivencia.

      Y si no quieres que hablemos de los chantajes emocionales... ni hablamos :D

      Saludos

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