martes, 22 de julio de 2014

Puta vida... puto dinero... puta crisis (II)


Dicen que cualquier día es bueno... para tomar decisiones.

El día que había elegido para irme de casa... aquella madrugada de octubre del 83... llovía torrencialmente... hasta tal punto que... llegué a dudar de si la decisión tomada era la correcta.

Decidí dejarlo en manos de ese Dios... en el que (aunque cada vez menos)... a veces... aún consigo creer... e hice mi "trato" particular con El... si dejaba de llover... antes de una hora determinada... sería señal de que hacía bien en irme... en caso contrario... si lo mejor para mí era quedarme... seguiría lloviendo.

Fuera Dios... el destino... o que tenía que ser... el caso es que... dejó de llover... por lo menos... el tiempo suficiente para que recorriera andando los kilómetros que me separaban de la estación del trenet.

En Alicante... debió llover bastante más... porque en el trayecto desde la estación del trenet a la de RENFE... atravesé calles en las que el agua me llegaba hasta las rodillas.

Más tarde supe que... habían habido  inundaciones.

En cuanto compré el billete... llamé a unos amigos para decirles a la hora que llegaba... y que fueran a buscarme.

Llegué a Madrid aún mojada... con las piernas temblorosas... el corazón a mil por hora y... trescientas pesetas.

El cocinero que teníamos en verano y su compañero... me alojaron en su casa.

El día siguiente... lo dediqué a descansar... y a organizar mis pensamientos.

El martes... me fui con ellos porque me habían conseguido una entrevista de trabajo con una compañera... que no fructificó.

El miércoles decidí quedarme en casa... y tras desayunar compré un par de periódicos... para ver las ofertas de empleo.

Pronto me dí cuenta... de lo complicado que iba a resultar... a menos que me ciñera a lo que realmente llevaba mis pocos años haciendo... cuidar niños... y cuidar de una casa... teniendo a mi favor... además de la juventud... que ya sabía planchar y cocinar.

A la tercera llamada... conseguí una entrevista de trabajo... que resultó ser en una agencia de servicio doméstico... y de entre los puestos que me ofrecieron... escogí una casa interna... con tres niños pequeños... y esa misma mañana fui a verlos.

Me gustaron... les gusté... me quedé... y fui feliz todo el tiempo que estuve con ellos.

El salario no era muy alto... supongo que lo normal en aquellas fechas... pero teniendo en cuenta... los años trabajados por casi nada... para mí era un lujo... y disfrutaba de cada peseta que recibía.

Como el almendro... volví a casa por Navidad.

Ni una pregunta acerca del trabajo... ni si me trataban bien... ni si estaba a gusto... ni...

Dos besos protocolarios en las mejillas... por parte de todos... al llegar y al irme... y suficiente.

También volví en verano... siendo recibida por los clientes habituales... con besos... abrazos... achuchones... y múltiples preguntas... sobre todo... acerca de mi trabajo... "en la consulta del médico".

Me dió tanta rabia... tanto coraje... que por un momento... quise ir donde estaban mis padres y recordarles que... hacia añosque habían dejado de ser los "señoritos" del pueblo... que el "señor" ya no se iba semanas entera de caza... que no participaba de los concursos de colombofilia... que la "señora" ya no recibia a sus amigas de "postín"... ni recibía regalos caros... que ya no tenían criadas... aunque vieran normal tratarnos como tales... aunque luego les avergonzara que mi trabajo remunerado fuera ese.

Respiré hondo... y levanté la cabeza con orgullo... para explicar bien claro y despacito... en qué consistía mi trabajo... echando por tierra la película montada.

Nunca... jamás... me he avergonzado de trabajar interna en una casa...

Primero... porque es un trabajo tan honrado y decente como el de "secretaria en la clínica de un doctor".

Segundo... porque mis jefes eran estupendos en el trato... y adoré a esos críos.

Podría seguir enumerando razones... pero a buen entendedor...

A pesar de todo... y lo bien que estaba... pasé ese verano inquieta...

Mi hermana la mayor... que en aquellos momentos estaba viviendo en Almería... consiguió el número de teléfono de la casa... y empezó a llamarme... y a tentarme... con mis dos puntos débiles... posibilidad de estudiar si lo deseaba... y por lo menos... estar dos hermanas juntas en vez de cada una por su lado lejos de la familia.

Aproveché para ir a verla esas vacaciones... terminó de convencerme... y después de hablarlo con la señora... en septiembre me fui a Almería.

Al principio... todo fue bien...

Me matriculé en 1º B.U.P ... cuidaba de la casa y mis sobrinos... las dos volvimos a casa por Navidad... y nos volvimos a ir juntas...

Pero... poco a poco... a mi hermana se le fue yendo la olla.

Por un lado... empezó a decirles a sus hijos... que con su padre estarían mejor... y cuando el mayor con 10 añitos dijo que quería irse con él... empezó a hacerle la vida imposible... y a enfrentarlo con el hermano.

Por otro lado... yo había conseguido un trabajo... y ella se empeñó en que lo dejara porque le habían dicho esto y lo otro de mis jefes... entre otras cosas que no pagaban... y en parte tenía razón... porque me las ví y me las deseé para que lo hicieran.

Por si eso fuera poco... amenazó a la segunda de mis hermanas... con que algo malo podría pasarle a su hijo... (mi ahijado)... si no le daba una cierta cantidad de dinero... que consideraba que le había robado.

Y a mí... simplemente me dijo que... cuando su hijo se fuera con su padre... ella se iba a vivir a casa de una amiga con su otro hijo y... no había sitio para mí.

No me echó de casa pero... ¿a que se le parece????.

Llamé a casa... (a cobro revertido)... por si llegaba a tiempo para avisarles de la amenaza... (llegué tarde)... y para ver si podía volver y... si me podían mandar dinero para ello.

Hasta Semana Santa... mi sobrino no se iba... y yo ya estaba con los exámenes correspondientes... y a pesar de la situación... conseguí aprobarlos todos... y en algunos casos... hasta con buena nota.

Pero la situación había ido degenerando hasta tal punto... que lo que mi hermana le hacía a mi sobrino... rayaba el mal trato psicológico... que yo trataba de paliar como buenamente podía.

Y en mi caso... tuve que empezar a comer/cenar... en casa de amigas... porque ella compraba lo justo para desayunar y cenar los tres... ya que la comida la hacían fuera de casa... y el dinero llegaría justo para el viaje... y justo uno o dos días antes de volver.

Paralelamente... al poco tiempo de llegar a Almería... empecé a salir con un amigo de mi hermana... 

Un día... ella me dijo que... tenía mucha suerte... porque... "el tío tiene pasta y cuando muera su madre tendrá más"... el comentario... seguido de la fantasía que proponía de un viaje a "casa"... vestida a la moda... en un cochazo... me pareció asqueroso... y repugnante.

No estaba enamorada... pero me trataba bien... estaba a gusto con él... y para lo que yo sabía de sexo en aquella época... digamos que era... aceptable.

Un día... al llegar del Instituto... los encontré cuchicheando... y me pareció que cambiaban de tema... demasiado rápido.

Encima de la mesa... había un dinero que mi hermana se apresuró a guardar... diciendo que era un préstamo... para poder pagar la luz.

Se me puso la mosca detrás de la oreja... sobre todo... al observar algunos cambios... como que a veces... él no era tan puntual como lo había sido... y parecía querer más sexo... del que habíamos tenido hasta entonces... cuidando menos el momento y el lugar.

Y más cuando de repente... desapareció durante tres días... intenté localizarle... inquieta porque no había avisado... creyendo que estaba enfermo... llamé a su casa preguntando por él... no quisieron darme razón alguna.

Cuando le dije a mi hermana que había llamado... y la respuesta que me habían dado... me dijo que no debía de haberlo hecho... que ella se encargaba...

Esa misma noche... "casualidades" de la vida... reapareció... con una excusa de lo más burda... y absurda.

Mi hermana nos dejó a solas... y yo me excusé unos momentos con él... para "ponerme cómoda".

Me puse una bata tipo kimono... larga hasta los pies... con escote hasta el ombligo... sin nada debajo... y me planté delante de él... a menos de dos pasos.

Solté el lazo que se anudaba detrás... y dejé que resbalara por mi cuerpo desnudo... hasta caer a mis pies.

- ¿Me ves bien?
-  Sí
- ¿Lo quieres?
- ¡Si, claro!!!
- Pues... lo siento... pero ya no lo vas a tener más... que te pague... quien te deba.- repliqué mientras me agachaba y me volvía a colocar la bata.

Salió de la casa... y de mi vida... sin decir una palabra.

Al día siguiente... cuando le dije a mi hermana que lo habíamos dejado... y que no volvería... no hizo ningún comentario.

En el tiempo que me quedé en Almería... no volví a estar con nadie.

A tiempo pasado... es fácil ver... los errores cometidos... y las veces que erraste el camino... pero siempre he creido que... todo pasa por alguna razón... incluso aunque jamás lleguemos a saber cuál es... y que de todo se aprende.

CONTINUARÁ...

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