martes, 7 de diciembre de 2010

Oliendo a Navidad


Hace muuuuchossssssss añosssss... el puente de la Constitución... no existía.

Como mucho... algunos afortunados... disfrutaban del puente de la Purísima... aunque eso sí... no se viajaba tanto... y los controladores aéreos... no abandonaban sus puestos de trabajo.

Aprovechando ese "puente"... en mi casa se hacía... zafarrancho de limpieza super intenso...

Se lavaba la cristalería y la vajilla "buena"... se limpiaba la plata y los "dorados"... las lámparas... etc...

Desde el más grande... al más chico... todos hacíamos algo... mientras vociferábamos... más que cantábamos... todos los villancicos del mundo mundial.

No recuerdo... muchos adornos navideños... ni recuerdo un árbol con luces y decorado... lo que sí recuerdo es... que encima del aparador... se ponía un nacimiento.

Lo mejor... llegaba al día siguiente de la festividad... cuando al regresar del colegio... y ya en la escalera... se olía a Navidad.

Durante unos días... mi madre no trabajaba... y se metía en la cocina a preparar los dulces de Navidad.

Bandejas y bandejas... entraban y salían contínuamente del horno... llenando con su aroma... la casa... la escalera...

Eran días de movimiento... de excitación... de nervios... y de alegría.

Sin quitarme el abrigo... entraba a la cocina a darle un beso a mi madre... y pillar un pellizco de masa cruda... para hacerle la "cata".

Daba igual... de qué dulce se tratara en ese momento.

Para merendar... podíamos probar... los primeros dulces... aquellos que se rompían... habían salido un poco menos hechos... o se habían quemado ligeramente.

Seguía dando igual...

Conforme los dulces se iban enfriando... iban a parar a los cajones del aparador... donde eran guardados bajo llave... hasta el día de Nochebuena... en que se preparaba la primera bandeja... y ya no se cerraban los cajones.

Todos los días... intentábamos abrir los cajones... por si acaso en un descuido... a mi madre... se le había olvidado cerrarlo... pero casi nunca sucedía.

Pero... éramos niños... y pícaros, jajaaaajajajajaja... y empezamos a controlar... la dichosa llave, jajaajajajajajaja.

Y un día... se me ocurrió probar... las llaves de la vitrina... yyyy... ¡¡¡¡¡eureka!!!!!... ¡¡¡¡dos llaves abrían los cajones!!!!, jajaajajajajajaajaaajaja.

A partir de ese día... todas las tardes... "desaparecían" unos cuantos dulces, jajajajajajajajajaajajaja.

Mi madre se dió cuenta de que algo pasaba... a partir del segundo año... y para el tercero... guardó todas las llaves.

Ese año... nos quedamos sin dulces por la tarde... hasta el día de Nochebuena... peeeeeeeeeeeeeerooooo... justo ese día... cuando todas las llaves volvieron a su sitio... una desapareció... "misteriosamente".

Y yo... yo no fuí... ¿o sí???? ;) :P, jajajajajajaaaajajajajaja.


3 comentarios:

  1. Siempre tiempos pasados fueron mejor.... que recuerdos me ha traido tu relato, y sin embargo en estos años de consumismo, frente al cariño, me gustaria poder desaparecer hasta después de las fiestas navideñas....

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  2. Me apunto a la "desaparición"... yo me duermo y me gustaria despertar al terminar todas pero k toditas las fiestas...

    Será k me vuelvo vieja :( aisssssssss

    Petonets preciosa arcilla

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  3. - Creo que... a muchos nos gustaría "desaparecer"... estos días :).

    Saludos a los dos... y petonets para tí... rossella de AnP

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